Toda mujer es protagonista de un doble reto, Vivir una vida plena y transformar su mundo

Sociedad de Poetas Andrés Eloy Blanco

Seccional Trujillo

Anita Mendoza

domingo, 4 de marzo de 2012

Teresa de la Parra

Historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol

“Y también las frutas consideraban al capuchino con complacencia y también unos periódicos viejos que bajo una consola pasaban la vida repitiéndose unos a otros sucesos ocurridos desde hacía veinte años, y la tabaquera, y las pinzas del azúcar, y los cuadros que estaban colgando en la pared y los frascos de licor, todos, todos tenían la vista fija en el reloj y cuanta vez se abría de par en par la puerta de roble volvían a sentir aquella misma alegría ingenua y profunda”
Los fragmentos publicados del diario de Teresa de la Parra corresponden a la época de primeros síntomas, desarrollo y desenlace fatal de su tuberculosis. Para entonces se aleja de la intensa vida social que llevaba anteriormente. Comienza a explorar su vida interior: realiza lecturas profundas sobre filosofía y otros temas, hace una retrospectiva de su obra y sobre todo, busca una plenitud de espíritu que no consigue, a juzgar por las lúgubres líneas en las que plasma su estado anímico.

Junio 6, 1931
Me encuentro, lo quiero creer para que me sirva de esperanza, en un período de crisis moral. Siento en mí una inmensa miseria de iniciativa, de deseos, sólo tengo ojos para mirar esta pobreza que me paraliza. ¿De dónde puede venir el remedio? ¿De dentro? ¿De fuera? (...) Dice Rilke (acabo de leerlo) que todo comienzo es bello. Yo quiero comenzar hoy. Pero ¡qué gran humildad se necesita! ¡Sembrar en campo estéril, contando sólo con el azar! ¡la lluvia inesperada! La vida interior es un mundo maravilloso, a condición de que en ella nazcan y se muevan las cosas, o se reflejen las de afuera. ¿A qué profundidad misteriosa se encuentra esta mía que sólo pasa por instantes, tan caprichosa, tan opaca, y tan rápida que ni siquiera pueda exprimirla yo misma en palabras?

Viernes, 24 de enero, 1936
El andar eternamente con gente frívola o de tendencias sectarias opuestas deja no sólo la impresión de haber perdido lamentablemente el tiempo, sino la de una especia de extenuación que mata a la larga la personalidad. Si no se quiere discutir hay que hacer creer que se está de acuerdo, reír, sonreír sin ganas y es este remontar de corriente lo que a la larga extenúa. A veces también despierta en la soledad por reacción el espíritu de agresión y contradicción, todo “refoulé” agria el carácter. Son suma de influencias negativas, como las de las fuerzas “negras”.



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